miércoles, 3 de junio de 2015

Historia Mínimas - Ruptura


No era el momento propicio, hacia meses que debería haberselo dicho cuando aún quedaban sin ningún motivo.

La primera vez que salieron fue por casualidad, compañeros de clase que quedan para ver una exposición, luego un concierto, unas copas, cenas, cines, algún que otro paseo, sin saber muy bien porque siempre solos, sin importarles absolutamente nada. La confianza iba creciendo, se contarón sus vidas, sus miedos, sus esperanzas y sus futuros, sin disfraces y composturas.

Ella se dió cuenta de lo inevitable, había pasado algo más, la simple amistad ya no era solo eso. Ese chico alto, buenachón, con su pelo medio largo y ojos color miel, le había calado hondo.

Pasaron los meses, y con ellos llegaron los miedos, la incertidumbre de dar el paso, de decir las cosas, de aclarar porque camino querían ir, si todo aquello eran fantasías de ella o había algo más.

Una noche, la magia se rompió, él dió un pequeño paso para atrás que ella notó demasiado y se dió cuenta que a veces solo se sabe la respuesta si es valiente y que si no era ahora no era nunca.

Y ese momento llegó semanas después, un mes de pensárselo mucho si valía más mantener una amistad o querer algo más. La noche estaba tranquila, el frío aplacado, regresaban de esa excusa llamada cena y copa, lo había medio obligado a quedar, porque sabía que no le apetecía mucho pero el mal menor.
Cerca de su casa para tener una mejor fuga, ella se lanzó, un monólogo sin sentido ni forma por los nervios, no se supo explicar, no era el momento perfecto, pero era ahora o nunca. Él se acobardó, le contestó un distendido "yo soy así con todo el mundo" y "ahora estoy centrado en otras cosas", aquello parecía una fantasía que ella se había inventado para ponerlo en un compromiso, culpable por imaginar cosas que no existían.

Ella lo tomó con diplomacia, hacía tiempo que lo suponía pero había sido valiente para corroborarlo. Había una cosa de la cual se arrepentía de todo aquello además de no volver salir juntos aunque fuese como amigos y era que ni tan siquiera le había robado un beso, porque era lo único que la hubiese consolado

La rabia la invadió, cegandola por completo, preguntándose que había hecho mal para que no saliése bien, para que él cambiase, para volverse dos personas distintas. Luego llegaron las dudas,  viendo que él volvía a los tonteos y a a vez ignorandola en ciertas situaciones hasta no entender nada en absoluto.

Ella necesita cerrar página, tomar distancia para volver a la casilla de salida de su alma un poco tocada por las circunstancias, necesita un final para zanjar sentimientos encontrados y mandarlo todo a la mierda.

Nunca es el momento propicio, nunca es la respuesta que esperabamos, nunca es el amor correspondido....




3 comentarios:

dEsoRdeN dijo...

Siempre hay un 'pero' o una excusa, y es verdad que hay momentos de querer enviarlo todo a la mierda o de apartarse del juego (yo estoy en esa fase). Pero lo cierto es que, si no jugamos, qué narices estamos haciendo aquí? Creo que la mejor actitud es el desenfado y el melasudismo: naturalidad, chispa, despreocupación y 0 expectativas son el mejor cóctel para tu propia salud mental (y encima, suele dar más resultados...).
Ánimos!!
ptns

Neom dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Neom dijo...

No sabes lo que me gusta tu manera de escribir. Intento hablar español de hace 6 años y aún encuentro en tus entradas palabras que nunca he oído, y esto es muy útil. Jajajaja.
Sigue así, siendo siempre natural.

PS: he visto que en el enlace que tienes para mi blog no es correcto porque cambié el nombre. Si te apetece, cámbialo. Un besito.