Historias Mínimas - Hacer y deshacer

Y llegan las tardes de Domingo, a las puertas del invierno, todo rodeado de rutina en este año que no acaba y estoy metida debajo de la manta, tirada en el sofá.

Me he pasado las horas mirando el móvil, con la esperanza de ver un puto mensaje tuyo, con la convicción de que esta vez seré fuerte y te diré que no, que se acabó, que no se me acelera el corazón, que no me entra calor, que los nervios no me estremecen, que no te he esperado ansiosa, que no me pones y mucho, mentira, todo mentira.

Me he dejado el pelo largo, demasiado para el gusto que he tenido siempre, me hace cara de niña y me sorprende, se lo he dicho a todo mundo como si fuese algo extraordinario, es lo único rebelde que tengo, todo lo demás amaestrado con gusto y cautela, das fe de ello.
Pero da igual, tal vez no lo llegues a ver nunca, no te lo mereces, tal vez no nos volvamos a cruzar más. No te puedo tener y eso me hace sentirme estúpida, tan idiota que la bilis me llega a la garganta, porque siempre me equivocaré en mis elecciones, me tienes atrapada, me siento traicionada y me da rabia.

Y sabemos porque tú y yo tenemos esto, porque lo buscamos, porque nos enredamos como si no hubiese nadie más en este mundo, porque seguimos con esta estupidez de buscarnos.

Y sucede que no lo haces tú y mis ganas se van con mis deseos, y todo se vuelve insípido. Mi piel anhela la tuya, y pide a gritos que vuelvas a recorrer sus caminos descubriendo secretos,  que no romperás mis bragas nuevas de nuevo, no haremos temblar las paredes, no te comeré con la mirada.

Al final, hoy no habrá palabras tuyas hasta nueva orden, cuando me pilles infraganti con las defensas bajas, por sorpresa y me preguntes,....... ¿qué llevas puesto?

Vuelvo a repetir canción, pero no puedo dejar de escucharla